El pato mandarín (Aix galericulata) es una especie de ave anseriforme de vivos colores de la familia Anatidae oriunda de China, Japón y Siberia que ha sido introducida en diversos puntos de Europa y que es muy apreciada por su belleza, por lo que se la tiene en numerosos parques de todo el mundo. Elegante y de constitución robusta, puede llegar a medir 45 cm de longitud, presentando un dimorfismo sexual muy acusado; solamente se parecen hembra y macho cuando éste está protegido por su plumaje de eclipse.
El macho es un ave inconfundible: presenta un copete rojo con brillos metálicos de color verde sobre la frente y dos franjas laterales de color blanco o crema muy claro, en las que destacan los ojos oscuros y el pico de un tono rojo coral. Asemejándose a unas barbas, posee unas plumas de un color naranja cobrizo. El pecho y la garganta son de color morado; el vientre es blanco, y los laterales son de un tono crema con dos bandas azuladas, que dan paso a sendas franjas anaranjadas curvadas hacia arriba.
La hembra es bastante parecida a la del pato joyuyo; posee un plumaje mucho más discreto: tonos pardos y ocres en sus partes superiores, un anillo y una banda blanca alrededor del ojo, y las partes inferiores más pálidas, con los flancos moteados.
En Asia oriental los patos mandarines fueron considerados animales portadores de buena fortuna, y de amor y afecto conyugal; de tal forma que en China se regala una pareja de estos patos como regalo principal en las bodas más importantes.
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